viernes, 24 de noviembre de 2017

Y a veces bailando, he sentido que te quiero



Últimamente he pensado en lo mucho que me gusta bailar. Empecé despreciando el baile y terminé haciéndolo parte de mi estilo de vida. Respiro salsa. Sueño rítmicamente. Alguna persona dirá que me gusta el baile porque lleva mi ego hasta la estratosfera, y puede que tenga razón. Justo hace una semana, una persona me dijo que yo soy un arrogante y que sólo me gusta exhibirme, que hacía de mi baile un acto de muestra de poder; y lo peor (o lo mejor) es que puede que sea cierto. 

Me considero un loco del ritmo, en parte porque soy músico y en parte porque soy un poco loco (como todo el mundo). Siempre quiero aprender más, hacer más, volverme más loco con la música. Y desde hace poco tiempo, he empezado a divertirme con todo tipo de bailes salseros: sincronizados, estéticos, alocados, arrítmicos, caóticos, vivos. Ahora siento que lo más importante es disfrutar, que no importa el nivel de perfección del baile, sino el nivel de honestidad en la sonrisa. 

Me gusta ver sonreír a mi pareja de baile, saber que se divierte, saber que respira música, que siente lo que siento, porque puedo llegar a experimentar un cariño intenso por ese baile bonito, lleno de sinceridad y de alegría, que me brinda esa persona que me toma de las manos y me mira con sus ojos de estrella, repletos de deseos, hambrientos de vínculos trascendentales. Por eso, hay momentos en que bailo y disfruto de tal manera, que no puedo evitar sentir amor por aquella persona que me da parte de su felicidad.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Nutricón para perder grasa.





¡¡NUTRICIÓN PARA PERDER GRASA!!

Hola a todos y a todas!

En este segundo video hablaré de todo lo que debes tener en cuenta a la hora de comer si tienes por objetivo perder grasa corporal.

Lo primero y más importante es que entendamos bien como funciona el cambio de peso corporal, y por esta razón, voy a explicar el concepto de balance energético.

¿Qué es el balance energético?

El balance energético se refiere a la relación entre el ingreso y egreso de energía del organismo. En otras palabras, al número de calorías consumidas y al número de calorías gastadas.

Si queremos mantener nuestro peso corporal, debemos consumir la misma cantidad de calorías que gastamos en el día. A esto se lo conoce como balance energético neutro o cero.

Si queremos que nuestro peso aumente, debemos consumir más calorías de las que vamos a gastar en el día. A esto se lo conoce como balance energético positivo.

Por último, si queremos que nuestro peso disminuya, debemos consumir menos calorías de las que vamos a gastar en el día. A esto se lo conoce como balance energético negativo.

Ahora, veamos algunos ejemplos: Para mantener mi peso, debo consumir al rededor de 2750 calorías al día. Si quisiera aumentarlo debería consumir más de esas 2750 calorías. Si quisiera disminuirlo debería consumir menos de ese cantidad. En este momento, estoy consumiendo 2455 calorías para disminuir la grasa corporal.

En este video profundizaremos sobre el concepto de balance energético negativo y veremos cómo podemos aplicarlo de manera sencilla para llegar a nuestro peso ideal.

A continuación hablaremos sobre la alimentación saludable.

¿Es necesario alimentarse de manera saludable para disminuir el peso corporal?

La respuesta es sí... y no.

¿Por qué sí y no al mismo tiempo? Bueno, primero, veamos porque NO es necesario alimentarse de manera saludable para disminuir tu peso.

Al final del día, lo que importa es el balance energético: si consumes menos calorías de las que gastas, vas a adelgazar, sí o sí. Así que puedes comer hamburguesas, papas fritas, refrescos, que mientras mantengas el número de calorías por debajo de las calorías que gastas al día, vas a seguir adelgazando. Sin embargo, lo anterior tiene un problema grandísimo que explicaré cuando veamos porque SÍ es necesario alimentarse de manera saludable para adelgazar .

Una alimentación saludable está compuesta mayoritariamente por alimentos enteros o naturales, los cuales nos brindan la mayor cantidad de nutrimentos (carbohidratos, grasas, proteínas, vitaminas y minerales) y la menor cantidad de grasas saturadas, colesterol, colorantes y saborizantes artificiales. Si comparamos el número de calorías de un almuerzo compuesto sólo por alimentos enteros contra uno compuesto sólo por alimentos procesados, notaremos que las cantidades pueden llegar a ser muy diferentes. Consumiendo alimentos enteros no sólo comes más sino que te sientes más satisfecho, más saciado. Con los alimentos procesados, el cuerpo a duras penas se da cuenta que comiste, así que vas a tener mucha hambre incluso después de haber comido. Y aquí es dónde entra el problema de comer alimentos procesados mientras estamos adelgazando: Como el cuerpo tiene un ingreso menor de energía, o sea, de calorías, va a utilizar el hambre como mecanismo de defensa y lo va a hacer de manera muy agresiva. Como ya sabemos, los alimentos procesados no nos van a saciar tanto como los alimentos enteros. Por lo tanto, si comemos muchos alimentos procesados durante el proceso de adelgazar, nos va a dar tanta hambre que, o nos echamos para atrás en el proceso, o terminamos comiendo compulsivamente.

Por estas razones, vamos a darle prioridad a los alimentos enteros. Sin embargo, también puedes meter alimentos procesados en tu alimentación; aquí no buscamos privarnos completamente de las cosas que nos gustan sino aprender a comer de manera inteligente.

Ahora veremos como utilizar el concepto de balance energético a nuestro favor.

Pero antes, vamos a tratar un aspecto fundamental: las calorías. Aunque no vayas a contar las calorías, es importante que entiendas como funciona el adelgazamiento a nivel numérico, porque, como dije antes, si al final del día el número de calorías consumidas es menor al número de calorías gastadas, vas a adelgazar.

Para disminuir el peso corporal de manera correcta, los profesionales recomiendan consumir un 10% menos de las calorías que necesitas para mantener tu peso corporal. Por ejemplo, si para mantener tu peso necesitas comer al día 2500 calorías, entonces deberás comer 2250 para adelgazar. Este número de calorías se irá reduciendo conforme tu peso disminuya, pero esto lo explicaré luego en el video.

Yo siempre recomiendo contar las calorías porque es un método directo y, aunque parezca difícil al principio, facilita mucho el proceso. Pero, si no quieres contar las calorías, te voy a enseñar una metodología que puedes utilizar para adelgazar “comiendo a ojo”.

Primer paso: empezar a comer de manera más saludable.

Lo primero que harás es reemplazar poco a poco el pastelito bimbo por un tazón de buenas verduras y las chocolatinas por frutas. Empezarás a comer menos cosas fritas y, si es posible, sin utilizar aceite. En fin, tendrás que reemplazar los alimentos muy grasosos y los alimentos procesados por alimentos enteros. Estos cambios reducirán enormemente la cantidad de calorías que consumes. Por ejemplo, si comes una pechuga de pollo al vapor de tamaño promedio, consumirás al rededor de 102 calorías. En cambio, si la consumes apanada, el número de calorías puede ascender hasta las 220, 118 más que la pechuga al vapor. Con estos pequeños cambios en la alimentación reducirás bastante el número de calorías que consumes sin necesidad de contarlas.

Si lo estás haciendo bien, notarás que poco a poco vas adelgazando sin siquiera pensarlo. Sin embargo, llegará un punto donde te estanques y se detenga la disminución del peso. Cuando llegues a ese punto, irás al siguiente paso.

Pero antes, voy a contarles como fue en mi caso.

Yo comía muy, pero muy mal: no comía nada de verduras ni frutas, comía muchas cosas fritas y comía muchos alimentos procesados. Lo único que hice al principio fue cambiar estas cosas por alimentos enteros. Sólo con eso empecé a perder peso, porque en ese momento ni siquiera contaba calorías. Solamente empecé a contar las calorías cuando bajé los últimos 7 kilos, porque sentí que me había estancado en la perdida de grasa.

Segundo paso: reducir poco a poco las porciones de comida.

Como has disminuido tu peso corporal, tu metabolismo basal –que es el valor mínimo de energía necesaria para que el cuerpo humano subsista– disminuirá también, lo que quiere decir que el número de calorías que necesitas para mantener tu peso se reducirá.

Por ejemplo, cuando yo pesaba 83 kilos, necesitaba 2800 calorías mantener mi peso, pero ahora que estoy en 80 kilos, sólo necesito 2650 para hacerlo. Antes, consumir esas 2650 calorías me ayudaba a disminuir mi peso, pero como ahora ese mismo número es el que necesito para mantener mi peso, deberé consumir menos calorías si quiero seguir bajando.

Entonces, lo que harás es reducir poco a poco las porciones de lo que comes normalmente. Por ejemplo, si usualmente comes 100g de pasta al almuerzo, ahora comerás sólo 90g; si comes 100 gramos de carne, comerás 90g, y así sucesivamente.

Te pesarás semana a semana para medir tus progresos. Sólo vuelve a reducir las porciones cuando veas que tu peso corporal no disminuye. Por lo general, cada medio kilo menos implica una reducción de tus calorías. Esta reducción, aunque sea poca, debe reflejarse en tu alimentación.

Ahora voy a contarles mi experiencia personal con la reducción de porciones:

Cuando yo bajé mis primeros 13 kilos (empecé en 94kg y baje hasta 81kg), tenía 3 recetas que alternaba todos los días. Una de ellas era pollo con champignones, zucchini y tomates acompañado de pasta. Normalmente comía esto en el almuerzo y en la cena. Cada vez que bajaba peso, bajaba poco a poco la cantidad de pollo, pasta, champignones, zucchini y tomate que consumía. Por ejemplo, una semana comía 250 gr de pollo (entre el almuerzo y la comida) y a la siguiente comía 240 gr, y así sucesivamente.

Y, bueno, aquí termina la metodología. Realmente, a nivel teórico, las cosas que debemos hacer son muy sencillas, lo único que necesitamos para mantenernos haciéndolas es fuerza de voluntad. ¿Qué tan dispuesto o tan dispuesta estás a disminuir tu peso? Sí de verdad quieres adelgazar, será más fácil de lo que crees. En mi caso, no sentí que fuera algo tortuoso y desesperante, porque, como toda mi vida había comido mal, cualquier cambio que hiciera era algo positivo.

A continuación hablaremos de algunas cosas que pueden hacer que el proceso sea mucho más llevadero.

¿Cuántas comidas debemos hacer al día?

El número de comidas dependerá exclusivamente de tus preferencias. No importa si son 4, 5, 6, 3, lo más importante es cumplir con el balance energético negativo. Por ejemplo, normalmente yo como 3 veces al día y hay veces en las que sólo como dos, porque se me hace mucho más fácil comer 3 veces al día que comer 6. Normalmente no como más de 3 comidas para no sufrir por la ansiedad que me produce comer poco. Me explico. Si vas a comer 6 veces al día, tienes que comer porciones más pequeñas. Mi problema es que si como muy poco en una de las comidas fuertes (desayuno, almuerzo o cena), empiezo a sentir mucha ansiedad y termino comiendo más de lo normal. Y si termino comiendo más de lo normal pues no cumpliré con el balance energético negativo, que es indispensable para disminuir el peso.

Entonces, si no sufres problemas de ansiedad como yo, puedes comer 4, 5 o 6 veces. Si sientes que quedas con hambre, te recomiendo que sólo comas 3 comidas. La gente que hace ayuno intermitente sólo come 2 veces al día. Algunos días me gusta hacer ayuno intermitente, porque me resulta más fácil. El ayuno intermitente no es un tipo de dieta sino un protocolo de comidas. Si quieres saber más sobre el ayuno intermitente, busca en youtube “Ayuno Intermitente – Power Explosive”.

Por último, es muy importante que sepas que comer más veces al día no va acelerar tu metabolismo y que hacer ayuno intermitente no te va a hacer perder músculo –lo que se conoce comúnmente como “catabolizar”–, por lo tanto, depende de ti el número de comidas que hagas al día, porque, de cualquier forma, obtendrás los mismos resultados.

¿Hay alguna alternativa a comer un poco menos?

Sí, la hay. Si quieres seguir comiendo la misma cantidad pero al mismo tiempo quieres disminuir tu peso tendrás que hacer más ejercicio, mucho más ejercicio del que te propuse en el video anterior. Recuerda que lo más importante para adelgazar es el balance energético negativo, o sea, consumir menos calorías de las que vas a gastar. Digamos que tu metabolismo basal es de 2500 calorías, en otras palabras, que necesitas consumir 2500 calorías para mantener tu peso, y digamos también que tú no quieres consumir menos de ese número de calorías. Entonces, deberás hacer más ejercicio para que el número de tu metabolismo basal suba, por ejemplo, hasta 2750. Como tu metabolismo basal subió a 2750 calorías pero tu sigues consumiendo 2500, significa que estarás consumiendo menos calorías de las que gastas, y por lo tanto, que tu peso disminuirá.

Al final del día, tu decides como quieres disminuir tu peso: disminuyes las porciones, haces más ejercicio o una combinación de las dos, por ejemplo, disminuyes un poco las porciones y haces un poco más de ejercicio.

¿Qué podemos hacer para mitigar el hambre?

Aunque suene duro, habrá momentos en el proceso de disminuir nuestro peso en los cuales sentiremos hambre, tal vez mucha. ¿Por qué? Porque el cuerpo va a utilizar el hambre como un mecanismo de defensa. Al cuerpo la idea de adelgazar no le gusta nada y por eso va a usar todos los mecanismos que tiene a su disposición para evitarlo. Las personas que participan en competencias de culturismo conocen esto a la perfección. Por esta razón, les daré algunos consejos para reducir la sensación de hambre o mantenerla a raya:

1) Tomar agua o algún tipo de infusión: A nivel fisiológico, esto nos ayudará a sentirnos saciados o a paliar la sensación de hambre. Personalmente, me gusta tomar infusiones cuando empiezo a tener mucha hambre. Mis preferidas son las de hierbabuena y cidrón.

2) Mantener la mente ocupada: si estás activo y haciendo lo que tienes que hacer no tendrás tiempo para pensar en el hambre. Para mí, estar escribiendo mucho, leyendo mucho, me ayuda a mantenerme lejos de la tentación.

3) Tener algo que nos recuerde que este proceso valdrá la pena: una foto de tu deportista favorito, una foto tuya en buena forma, una examen médico que nos recuerde que debemos bajar 9 kilos, etc. Son cosas que te ayudarán a mantenerte enfocado y que te recordarán siempre que lo que estás haciendo ahora te dará muchas alegrías mañana.

Y con esto, hemos llegado al final. Quiero dejarlos con una frase del Strongman español Carlos Demattey que, en lo personal, me ha traído muchas satisfacciones: “no dijimos que fuera fácil, dijimos que valdría la pena”.

Muchas gracias por leer y nos veremos en el próximo video. 




domingo, 3 de agosto de 2014

La ironía hipócrita

En la vida hay muchas cosas divertidas: las novelas de Poncela, los pensamientos de Wilde, las obsesiones de Freud, etc. pero entre todas esas cosas divertidas que existen en el mundo encontramos una muy especial: la hipocresía humana.

¿Por qué somos hipócritas? ¿Somos hipócritas por naturaleza? ¿La hipocresía es parte de la condición humana? Yo no diría que solo somos hipócritas sino que también estamos llenos de ironías, y que ambas, ironía e hipocresia, van cogidas de la mano y se revuelcan por las noches en un motel de mala muerte. 

La gente, tan divertida que es, vive de ironías que nos muestra todo el tiempo. Ellos y ellas piden sinceridad y dicen ser sinceras, cuando no soportan las verdades crudas y evitan las comentarios mal intencionados; cuando callan por temor a ser juzgadas y viven de mentiras blancas. Deben saber todos que las mentiras son y serán mentiras, empezando por la mentira misma que supone la sinceridad a medias. Ellos y ellas piden honestidad y dicen ser honestos, cuando no soportan compartir sus verdades, cuando se guardan así mismos en corazas de titanio, impenetrables, insufribles. Si ellos y ellas no empiezan por ser honestos, por abrir su corazón valientemente sin importarles las futuras heridas, los otros, los demás, nunca serán capaces de abrir su corazón sin importar las injurias venideras. La gente, tan divertida que es, vive de la hipocresía, porque nos venden mentiras como verdades, todos, cada uno de ellos, sin excepción. Todos son mitomanos porque se creen sus mentiras, y todos jugamos el juego de la mitomanía pues todos vendemos mentiras como sueños y compramos sueños sin saberlos mentiras, todos, cada uno de nosotros, sin excepción.

¿Qué es el mundo sino un conjunto de ironías e hipocresía?

domingo, 27 de abril de 2014

Ay si yo le dijera…

Ay si yo le dijera…

Mire señorita linda voy a decirle lo que siento, disculpe si se enredan mis palabras ya que de mi emoción son vivo reflejo. No tema si le digo un par de barbaridades pues comprenda usted que barbarismos comete aquel que siente intensamente, aquel que se deja llevar ciegamente por su instinto, obviando enteramente la existencia de la razón, si es que alguna vez llego a existir.  Aclarado este pequeñísimo detalle, empezare a derramar sobre usted mi torrente de emociones, así que agárrese fuerte que el viaje será turbulento.

Quisiera comenzar diciéndole que usted me fascina, me fascina tanto o más que uno de esos programas de Discovery Channel. También decirle que usted me mueve a la ridiculez y me pone en contacto con mi lado más idiota, me pone usted a escribir poesía barata, a componer canciones  de 7 minutos compuestas de una sola estrofa, incluso, por usted he llegado a escribir versos sinceros, que es lo mismo que escribir bobadas de forma aleatoria, atropellando la poesía de la forma más demencial posible, como si de carritos chocones se tratase.

Me parece usted una mujer hermosa, majestuosa, de porte elegante incluso en sus momentos de informalidad. Tiene usted un perfil perfecto, una sonrisa cálida, un cabello envidiable, tan envidiable que hasta yo se lo envidio. Tiene usted unos ojazos, que ojos tan lindos tienes debajo de esas dos cejas[1]; tiene usted unos labios exquisitos, y déjeme decirle que esos labios suyos han sido mi tortura desde que la conozco, pues cada noche de esta eterna primera no puedo cerrar mis ojos sin imaginar juntando sus labios con los míos.

Me encanta la forma en la que no sabe bailar, la forma en la que se mueve queriendo llevar el control de todo, ummm, pensándolo bien usted quiere tener el control de todo, porque la verdad es que es usted una mandona sin remedio, para alegría y desgracia mía. Su voz es maravillosa, su canto es mi deleite, escucharla ha sido desde siempre uno de mis mayores placeres; a veces pareciese que su voz se ha quedado para vivir dentro de mí, como una cajita de música que toca sus más bellas melodías dentro de mi corazón.

Para terminar quisiera decirle que usted es música, música que yo ansío, que sueño todas las noches, que transcribo en las paredes de la locura, que interpreto de las maneras más absurdas y estimulantes. Usted es música que enriquece mi vida y, por más estúpido y dependiente que parezca, que me motiva. Yo sé que no la necesito pero la deseo, porque usted es única, dentro de lo poco únicos que podemos ser, y por eso tengo anhelos de usted, porque hace las cosas distintas en este mundo de incesante cotidianidad.

Ah, y una cosa más, tiene usted un aire de mujer espiritual que cura todas mis dolencias.


[1] Solo en este caso, un cliché puede expresar perfectamente aquello que pienso.

domingo, 7 de julio de 2013

Las aventuras de Ferdinand - Capítulo 1

Las aventuras de Ferdinand,
Das Baritonal Hund.

Capítulo 1
Donde conocemos a Ferdinand y a Julieth

Era un día muy normal para Ferdinand, normal pero entretenido. Había estado ensayando la cavatina de Fígaro para la primera función de “Il Barviere di Seviglia” en La Scala, Milan. Se sentía motivado y contento pero también sentía que algo no andaba bien, presentía que muy pronto algo grande iba a pasar, algo que revolucionaria su vida… o quien sabe, tal vez estaba delirando por causa de las 50 tazas de café que se había tomado esa semana.[1]Termino de practicar y se sentó para lamerse, como era costumbre suya desde hace algunos años. Sonó la puerta, dejo de lamerse con devoción y se dirigió hacia ella. A propósito, se estaba quedando en un hotel lujosísimo, y se lo merecía porque era una estrella, no un divo sino un gran artista con mucha humildad. Una grata sorpresa le esperaba en el portal, era su nueva amiga Julieth, la cual había conocido en Venecia hace unos días. Julieth era una persona muy simpática, de pómulos flotantes, sonrisa quasi-eterna y voluntad férrea. Le gustaban los grandes retos y el café, como a Ferdinand. Se sintió muy feliz, realmente no esperaba volver a verla sino hasta su retorno a Venecia, pero bueno, allí estaba, de pie en el portal, sin decir una palabra, con una expresión que decía a gritos “¡Hey, mírame, soy feliz!”. Y entonces, ella lo saludo.

-          ¡Hallochen, Das Baritonal Hund!
-          ¡Mademoiselle Julieth! Que contento estoy de verla, haha, su sonrisa es contagiosa.
-          Haha ¿Qué haces, Ferninand?
-          Antes de que llegaras me estaba lamiendo.
-          Haha, que lindo.
-          Haha, ¿te parece? Solo es higiene personal.
-          Si, me parece.

Por alguna razón, Ferninand sospechaba que todo le parecía lindo, así que quiso comprobarlo.

-          Ahmmm Julieth.
-          Dime, Das BaritonalHund.
-          No seas tan formal conmigo, solo dime “Barón Ferdinand, amo y señor del universo”
-          Hahahaha, bueno.
-          No, es broma, solo dime Ferdinand.
-          Esta bien.
-          Ahora te pregunto, ¿recuerdas lo qué hablamos ese miércoles en Venecia?
-          Pues fueron muchas cosas, ¿por qué?
-          Me dijiste que tenías una misión importante y que tenías que quedarte.
-          Si, todavía la tengo y para eso vine aquí, solo estoy dejando que llegue hacia mí.
-          ¿Qué llegue hacia a ti?
-          Si, luego te explico con más detalle, ¿me acompañas a dar un paseo?
-          Me encantaría, pero antes debo hacer algo.
-          ¿Qué cosa?

En ese momento Ferdinand dio un pequeño ladrido.[2]

-          ¡Ay! ¡Que hermoso!
¡Aja, lo sabía!.
-          Ahora si, podemos irnos.
Ferdinand, siempre estaba listo para todo.                    



[1] Los cantantes, especialmente si son perros, no deberían tomar café.

[2] En otras palabras, dijo Guau o Barf. 

miércoles, 19 de junio de 2013

La Sombra

La Sombra

Era una noche tranquila, demasiado tranquila como para que él tuviera un revolver en su mano, como para que pensara en dejar de existir habiendo tanto silencio, tanta paz, como para que deseara tener una muerte estruendosa y exhibicionista que lo único que causaría seria el repudio de sus vecinos… y tal vez ni eso. ¿Por qué había llegado hasta ese punto? No lo sabía muy bien, realmente no recordaba sus motivos, lo único que importaba era su deseo, contemplar su arma, visionar el más allá, anhelar su inexistencia.

Miraba a través de la ventana, veía las calles completamente vacías, sin gentes que las recorrieran, sin almas en pena que vagaran por ellas. Que sensación tan extraña era que por primera vez en su vida la soledad lo atacara desde lejos, que le quitara desde el bullicio de los borrachos hasta el sonido de los carros destartalados que pasaban por su cuadra, dejándolo así completamente solo, sin distracciones.

Volvió la vista hacia su cuarto, se dirigió hacia su cama y se sentó con desgano, agacho la cabeza y vio su arma una vez más, “¡Que bella luces!” exclamo, y entonces, se puso de pie súbitamente  con una alegría incontenible, sintiendo el orgullo que salió a relucir de solo pensar en pegarse un tiro con ese revolver, con un arma de tal calibre, ¡Eso si era morir con estilo! No como otros desafortunados que morían a gatillazos de baratijas que no costaban  ni 3 peniques, “pobre idiotas, sin suerte y sin fortuna” pensaba él, y pensando en ello recordó que esa era la ironía de su vida, de que era él el idiota que no tenía ni suerte ni fortuna, así que rápidamente se le paso el furor de creerse el dueño del mundo para dejarse consumir nuevamente por la depresión.

Sentado nuevamente en su cama, reflexiono profundamente sobre su trágica situación, se devano los sesos pensando en su porqué, y luego de un largo rato de no dar con nada, en medio de su desesperación, alzo la cabeza para ver su entorno una vez más, tratando con ello de encontrar una respuesta a esa duda fatal.

Empezó por ver cada uno de sus portarretratos cuyas fotos no podía reconocer, por más que intentaba no podía distinguir ninguna de las personas en ellas ni los parajes donde habían sido tomadas, y curiosamente, no podía distinguir ni su propio rostro, “¿Por qué?¿Por qué ya no recuerdo ni mi figura?” se preguntaba desconcertado. Se levanto y se acerco a un gran espejo que había en su cuarto, pensando que con ello resolvería esa momentánea duda sobre su persona, pero para su sorpresa, el hombre que veía en el reflejo no le era ni familiar, ¿Ese era él? ¿Así era? Ya no podía saberlo. Se sintió desplazado por sus propias memorias, olvidado por sí mismo.

Después, se arrastro por el suelo para buscar algo que le ayudara a resolver su nueva incógnita. Encontró muchas cosas en el piso: libros con portadas desfiguradas, irreconocibles, papeles llenos de letras que parecían garabatos de niño, llenos de expresiones ilegibles, y al no poder entender nada de lo que había en esos textos se sintió estúpido, estúpido por haberse olvidado hasta de leer, pero no alcanzaba a imaginar que era realmente de lo que se había olvidado y aquello lo descubriría en unos instantes.

Largas horas paso buscando pistas sobre su situación pero la resignación logro alcanzarlo, aplacando su deseo de vivir, disminuyendo la luz de su esperanza. Dejando a un lado esa inquietud que postergo lo inevitable, pensó en que mas podía hacer antes de volver a contemplar la idea de morir, porque, si bien era una persona muy creyente, de solo pensar en que el más allá le privara de ciertos gustos terrenales le disgustaba en sobre medida, así que quería disfrutar de lo último que pudiera antes de que se lo quitasen.
Comenzó por poner uno de sus discos favoritos de tangos pues era posible que a Chuchito no le gustasen entonces era mejor prevenir. Canto a todo pulmón los grandes clásicos, desde “Balada para mi muerte” hasta “Por una cabeza”, y fue “Por una cabeza” la que mejor le sonó en medio de sus gritos desaforados. Luego paso a las milongas y se quedo con “Nostalgias”, repitiéndola tantas veces que hasta su propio compositor se hubiera pegado un tiro del aburrimiento.

Escucho mucha música, toda la que pudo hasta que se sintió satisfecho. Cuando termino la última canción, cogió un cuaderno y se sentó a escribir, a escribir poemas malos, de versos fáciles, él sabía que de escritor no tenía ni un pelo pero lo hacía solo para variar porque, como usted sabrá, uno no se pega un tiro todos los días. Escribió muchos poemas, ¡parecían centenares! De todos ellos recuerdo el fragmento de uno en especial, que decía más o menos así:

“Dame, amor, tu cariño a distancia
Para hacerme idea de tú ausencia
Y aunque tacita parezca tú presencia
Tu falta se me ha vuelto intolerancia”

Ese verso expresaba un agridulce sentimiento del cual fue víctima, hablaba de un amor que sufrió en sus años juveniles y del que ahora no recordaba nada. Termino de escribir sintiéndose satisfecho, sintiendo que había completado satisfactoriamente su tarea, la de hacer el ridículo antes de no poder hacerlo más.

No se le ocurría nada, no sabía que mas podía hacer antes de morir, termino por pensar que era un hombre que disfrutaba de las cosas simples de la vida y que no necesitaba más, así que se dirigió a su escritorio para tomar su arma y pegarse el tiro lo más pronto posible, porque era lo más simple que podía hacer en ese momento.  Cerró los ojos con mucha fuerza y empezó a llorar, pidió perdón a Dios y se dispuso a halar del gatillo. Cuando lo halo hubo un ruido seco, diminuto, nada rimbombante la verdad, lo que significaba solo una cosa: Se le había olvidado cargar el arma. Se sintió tan tonto que empezó a reír en medio de su llanto, había que comprenderlo, ¡era la primera vez que se suicidaba!. Fue y cargo el arma, volvió a cerrar los ojos, a llorar, a pedirle perdón a Dios, y fue allí, cuando se dispuso a halar del gatillo, que ocurrió lo inesperado.

La puerta de su habitación se abrió lentamente y la luz del pasillo empezó a llenar cada uno de sus rincones. Cuando la luz la cubrió completamente, él pareció desvanecerse, dejando un rastro de tinta negra en el suelo. En ese momento, entro por la puerta un hombre igual a él pero que tenía varias cosas que lo diferenciaban: no tenía ningún arma, ni depresión, ni deseos de morir. Aquel hombre se sentó en la cama y algo curioso ocurrió: como si fuera magia, el charco de tinta tomo la forma de ese hombre, convirtiéndose en una extensión de él. ¿Qué será de nuestras sombras cuando las dejamos a su suerte? De eso algo ya sabemos.